El Cambpell sombrío ( Saga Campbell 2) by Sonia López

El Cambpell sombrío ( Saga Campbell 2) by Sonia López

autor:Sonia López
La lengua: spa
Format: mobi
publicado: 2015-11-25T23:00:00+00:00


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-Ese hombre es un hipócrita - Keavy estaba furiosa.

Llevaban media tarde organizando una espectacular cena para sus invitados. Indeseados pero aún así invitados. La ley de la hospitalidad de las Highlands los obligaba a darles cobijo al menos hasta la mañana siguiente. Nada podían hacer para impedirlo. Y Keavy se sentía impotente al tener que ofrecerle su hogar mientras Mairi estaba asutada y saltaba con cada ruido que oía.

-¿Cómo tiene la desfachatez de decir que se preocupa por ti? ¿No pretenderá que creamos que casi te mata por error?

-Eso parece - murmuró Mairi.

Jock les había explicado que todo se trataba de un error. Que la muerte de su padre lo había afectado de tal modo que no podía pensar con claridad en aquel momento y por eso había acusado a Mairi de asesinarlo. Que después de encerrarla, había comprendido que había sido injusto con Mairi y cuando quiso rectificar, ella ya había huido. La siguió para tratar de explicarse pero ella estaba fuera de sí y lo había atacado. Él simplemente trató de defenderse y terminó hiriéndola. Ella huyó y él la buscó hasta dar con ella en Inveraray.

-Todo ha sido un terrible malentendido - le había dicho a Mairi con una sonrisa que no convenció a nadie.

Por respeto a la ley de hospitalidad, Domnall le ofreció un lugar donde pasar la noche y los invitó a cenar con ellos. Pero, sutilmente, le dio a entender que al día siguiente deberían partir, sin Mairi.

Ahora le tocaba a Keavy organizar una cena para un hombre que no deseaba tener cerca salvo quizá para rebanarle el pescuezo y no podía dejar de despotricar contra él mientras Mairi trataba de aparentar que no le afectaba su presencia, sin demasiado éxito.

-No te preocupes - le dijo Keavy al verla tensarse una vez más tras la entrada de dos sirvientes - Estoy segura de que Murdo está pendiente de cada movimiento de ese malnacido. No le dejará acercarse a ti.

Mairi sólo acertó a sonreírle, con el miedo bailando en su ojos. Keavy se acercó a ella y la abrazó. ¿Cómo diablos un solo hombre podía haber convertido a su valiente amiga en una mujer tan asustada? Estaba segura de que había algo más detrás de todo aquello pero no quería presionarla más. Se lo contaría en cuanto estuviese preparada.

-Será mejor que subamos a prepararnos - la tomó del brazo - Ni siquiera ese hombre nos impedirá disfrutar de la noche, ¿de acuerdo?

Antes de bajar al salón, donde ya se oía el alboroto, Keavy enfrentó su mirada con la de Mairi y le sonrió con confianza.

-No te preocupes por nada, los hombres de mi esposo están alertados de la situación. En ningún momento estarás sola. Uno de ellos estará cerca. Si por cualquier circunstancia te sintieses inquieta, sólo tendrás que acercarte a ellos. Te llevarán con Murdo - le sonrió más ampliamente - Aunque algo me dice que él no se alejará de ti en toda la noche.

-Esto va a ser un desastre - inspiró profundamente - Ni siquiera sé por qué me asusta tanto tenerlo cerca.



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